lunes, 31 de octubre de 2011

DOMINGO POR LA TARDE EN LA LATINA

Discurre la tarde en un tufo a ginebra y maíz tostado en las bocas de los concurrentes, se cae el limón al suelo, la nicotina tizna de voces la puerta de los tugurios y Madrid, Distrito Latina, es una mezcolanza de bárbaros llegados del extrarradio con las cejas reducidas a un mero rastro y cachorros del barrio de Salamanca con ánimo de apareamiento. Esto es España, una delirante celebración de la vida mientras hace aguas el sistema entero. La Latina un domingo por la tarde es el búnker de Hitler donde Eva Braun baila el chachachá a la espera de los rusos, disfrutamos de este sol de verano tardío y que le den por culo al futuro. Pero entre trago y trago nos miramos en el espejo y lo que vemos espanta. Lola, de Barcelona, lleva dos años buscando trabajo. Ha abrazado el vegetarianismo y se ha esfumado su subsidio de paro. No me llames Dolores. Llámame Lola. Dice. Charlie se ha comprado una máquina de hacer cigarrillos y así ahorra en tabaco. Está sin curro. Me cuenta que Manu trabaja por 7 euros la hora en la tele. La semana pasada se sacó 14 euretes, le llamaron un día solamente para un concursito y es lo que hay, chaval. Vanesa tiene contrato hasta diciembre. Navidades blancas. Noche de paz. A Torcu le han bajado el sueldo ya dos veces este año. A Lolo le han dicho en su banco que esto no es nada, que en cuatro o cinco años estaremos en la gloria y a empezar de nuevo. Calcula: o sea, cuando cumpla 45 palos podré reiniciar mi proyecto vital. ¡Yupi! En fin. Tampoco es para tanto. No les voy a contar mis penas. Cinco millones de seres humanos se hallan en España sin oficio ni beneficio pero, amigos, quedan los domingos por la tarde en la orilla izquierda de La Latina. Todavía puedes ver una actriz de moda degustando un pastel de zanahoria en la luz angosta del Délic y alguien jura que atisbó a Javier Bardem en el bar de su hermano y que degustaba junto a Woody Harrelson un aromático mojito cubano. Después vendrá la resaca y las ganas de cargar la pistola y los desamores, sniff, pero qué caramba, que se joda el mundo, Eva Braun nos saca a bailar y cuando vengan los rusos ya veremos.
Somos los pistoleros de Grupo Salvaje avanzando decididos hacia la aniquilación. La cabeza bien alta. El arma presta a disparar.

jueves, 27 de octubre de 2011

HACIA UN IV REICH

Disparato en el encabezamiento aunque no tanto. Alemania vuelve por donde solía, Über Alles, abandonados obsoletos complejos y convencida de su superioridad frente a una Europa cuyo sur es entendido como lastre o soleado patio trasero donde celebrar despedidas de soltero y fiestas de jubilación. Angela Merkel pertenece a una generación a la que el nazismo ya no averguenza, quedó muy atrás, es cosa de nuestros abuelos, y en el caso de la canciller seguramente esa indiferencia se acentúa por haber nacido en una RDA que siempre se soñó limpia del pecado original del Holocausto gracias a su ubicación del lado soviético. Así pues, nada impide a la Merkel mostrase al mundo como emperatriz no de Lavapiés (más quisiéramos) sino de una Europa a la que le tiemblan las piernas. A su lado, Nicolas Sarkozy se coloca de puntillas y finge ademanes napoleónicos. Pero no. Manda el Bundestag y el problema es que, para eso, no hace falta que vayamos a votar el próximo 20 de noviembre. La democracia disminuida de los mercados tiene su máxima expresión en esas cumbres europeas donde Merkel ordena y la tropa obedece. Simplifico pero no creo alejarme de una realidad que Claudi Pérez en El País dibuja parafraseando paródicamente a Lineker: "El euro es una especie de juego de 17 contra 17 en el que siempre gana Alemania".
Confieso que me extravío en las complejidades económicas de lo que se ha decidido en Bruselas pero, leyendo a quienes de esto saben (el citado Claudi Pérez, Xavier Vidal-Folch, Ernesto Ekaizer), logro entender que, frente a propuestas flexibles, se imponen políticas de ingenieria financiera y recortes que pueden condenar a los países desfavorecidos de Europa a una recesión de años y que tienen casi como exclusiva beneficiaria a la próspera Alemania.
Y, para colmo, hemos de soportar periódicamente despectivos comentarios de la Merkel y sus ministros, acusando a los países mediterráneos de perezosos y atrasados. Como cuando, por ejemplo, la canciller alemana señaló (erróneamente) que los españoles teníamos más jornadas festivas que berlineses o bávaros.
En tiempos de Helmut Kohl el nacionalismo estaba mal visto en Alemania. Ahora parece que no. Los intereses de Alemania por encima de todo. ¡Griegos quebrados, vended vuestras islas! clamó en portada una muy difundida revista germana cuando comenzó el caos heleno. No hay piedad alguna para los trabajadores griegos que nutren a diario las cifras del paro y pierden derechos sociales. Las exigencias a la banca no se dirigen hacia un control real de sus excesos o a esa difusa idea de que los bancos repartan un "dividendo social" al sector público en pago a las ayudas estatales (lean a Vidal-Folch acerca de esto). Alemania por encima de todo. La Alemania que prosperó vendiendo automóviles a países como España y se benefició también de la burbuja del ladrillo.
No soy, evidentemente, un experto en economía. Simplemente soy un ciudadano atento que, cada vez que mira a Bruselas, contempla la foto de Angela Merkel y Nicolas Sarkozy en pose imperial y en torno a ambos los parientes pobres que asienten a todo. Come y calla. (Luego están los británicos que, como casi siempre, están a los suyo, al otro lado del Canal, con sus bombines y su indolencia).
Hacia un IV Reich titulo en arriesgada hipérbole. Alemania nos mira por encima del hombro. Eso sí, admite la canciller, a los españoles la sangría nos sigue saliendo riquísima.

miércoles, 26 de octubre de 2011

OTOÑO EN MADRID HACIA 2011

El monzón está ahí fuera. Golpeo las teclas de mi vieja Godrej&Boyce. Yakarta bajo la lluvia. La ginebra atenúa una inminencia de fiebre que asciende en espiral junto al humo de los cigarrillos y la última luz de la tarde, detenida al otro lado del cristal de la ventana. El año que vivimos peligrosamente. La existencia que soñamos. Pero no. Es otoño en Madrid hacia 2011 y la urbe adquiere el tono dorado de las hojas secas dispersas por el asfalto. Amo esta puta ciudad y, por ello, deseo consignar tres desgracias que han acaecido o están acaeciendo en la Villa y Corte. La primera de ellas es la clausura definitiva de Albania, tienda de ropa de la calle Hortaleza que durante años ha surtido de camisetas neokitch a miles de jóvenes y no tan jóvenes, buceando en la iconografía infantil de quienes nacimos en los 70: Naranjito, Mazinger Z, Bud Spencer y Terence Hill, los Payasos de la Tele. Pero antes de eso, mucho antes, Albania fue catacumba de los primeros cristianos que modelaron la Movida. La cartelería de los grandes conciertos de los años 80 guarda casi siempre en una esquina la referencia impresa a Albania, lugar donde acudir en pos de la entrada pertinente para gozar de Divine, Jonnhy Thunders, Siouxsie&the Banshees y demás monstruos de la vieja modernidad. En concreto, yo poseo la reproducción de un cartel mítico: el que anunció hace tantísimo tiempo la actuación de Depeche Mode ¡en la Escuela de Caminos! Albania descansa ya en paz. Como descansan en paz para siempre los últimos carteles pintados a mano que anunciaban los estrenos de cine en la Gran Vía. El Palacio de la Prensa, donde aún resistían esas creaciones pictóricas gigantescas y tan peculiares, se ha pasado a la electrónica, perfilando junto al cine Callao un paisaje urbano cercano a la estética de la mítica Blade Runner. Nadie ha derramado una sola lagrimita. Lo hago yo, añorante de esa vieja Gran Vía de mis doce años, repleta de pintura sobre enormes lienzos con las grandes estrellas de Hollywood y Los Goonies mal dibujados y ET con la cara rara pero, qué caramba, tan madrileño y excepcional porque en ningún país de Europa existía equivalente a tan artesanal artefacto publicitario y, según cuentan, sólo en India o Egipto hubo o hay cartelería semejante. Dos pequeñas desgracias y una tercera en marcha o tal vez sea mi intransigencia de peatón excesivamente irritable la que me provoca tal desazón. A ver qué opinan: Gran Vía 48, donde estuvo el Banco Atlántico, justo al lado de la preciosa arquitectura del mencionado Palacio de la Prensa, se erige un nuevo edificio. ¿Y cómo es? Sencillamente espantoso y, sobre todo, ajeno a las líneas arquitectónicas que mandan en la principal arteria de Madrid. Pasen y vean: http://www.granvia48.com/jcms/jcms/lead_97412/granvia48-lt-home. Pero ¿qué coño es esto? Hemos vuelto a los años 60 y 70, cuando se daba carta blanca para construir sin respeto alguno a la estética y al mero sentido común. ¿Volveremos a asistir a la edificación de monstruosidades como los antiguos Cines Luna (abandonados a su suerte e inmersos de una suciedad cósmica) o las Torres de Colón (mejoradas, si cabe, mediante el famoso enchufe de sus cumbres)? Gran Vía, 48. Un monumento a la fealdad que sigue construyéndose sin que a nadie le importe un pimiento. ¿O seré yo quien tenga el sentido estético distorsionado? En fin. Menos mal que Madrid sobrevive a cualquier catástrofe. Ahora me voy a la Puerta de Tannhaüser a ver si atisbo los rayos-C cuyo resplandor se perderá, claro, cual lágrimas en la lluvia. El año que vivimos peligrosamente. El monzón está ahí fuera. En Yakarta ha oscurecido.