¿DÓNDE
ESTÁ EL PUNK CUANDO SE LE NECESITA?
Harto ya de estar harto ya
me cansé lo que pasa es que, al contrario de Serrat cuando vasilaba con su pelo largo y su camiseta blanquipop, yo ni tengo veinte
años ni puedo permitirme vagabundear por más tiempo pues se me acaba el
subsidio del desempleo, así que decidme: ¡¿dónde está el punk con el que
vomitar toda esta ira social que me sacude?!!!
Cuando yo era
pequeño había grupos punkis que se metían con la policía y rimaban “puta sociedad/es una asquerosidad” y
rompían escaparates a pedradas sin importarles que tal entretenimiento juvenil
estuviese severamente condenado por Joaquín Luqui (que nos mira desde el Cielo).
¿Y ahora? En medio de la mayor hecatombe social y económica que hemos vivido en
años, el rock, el pop y la canción melódica guardan silencio. Bueno, Russian
Red salió a decir que ella es de derechas. No me extraña. La verdad es que todo
el pop modernito tiende al derechismo o más concretamente atufa a pequeñoburgués,
clasista y facha, como ustedes prefieran y que me perdone el Rockdelux. Son todos (o casi todos)
chavalitos de Barcelona con vastos conocimientos sobre complementos de moda y
gafas y marcas y deseosos de ser patrocinados por Rayban (qué chulo) y en su
inmensa mayoría se dedican a la recreación paródica pero donde hay parodia no
hay verdad ni sitio para el coraje aventurero del rock y el punk o sale, más
bien, el punk chorra que tuvimos en la Transición o Movida Madrileña, es decir,
esa Alaska de Dios a la cual todavía nos
encomendamos y encima ahora acompañada de un novio mariquita y unos amiguetes
en plan Warhol mal digerido, como The Factory con churros. Disculpen si me
estoy pasando de la raya pero una digresión sobre la ausencia del punk no puede
eludir un cierto tono punk y estoy hasta los mismísimos cojones de baladitas
folkies, Beach House, el Sonar, Primavera Sound y toda esa mierda edulcorada
que no es otra cosa que los toros y la verbena con limoná de cuando el 98 y
Baroja, la multitud feliz y contenta mientras la colonias caen. Coño, que la
gente hasta va con niños a esos festivales, que me acerqué al Universimad a ver
a Deluxe y Nacho Vegas y había bebés y no al estilo Woodstock, chupando de la
teta como criaturas watusis, no, estoy hablando de bestezuelas con miniconverse’s
en los pies dentro de carritos conducidos por padres con gafas de pasta y madres
tatuadas, y no, no, no, no y mil veces no, por muy moderno que sea usted, por
Dios, lleve a sus hijos al teatro a cantar con el peluche de Gerónimo Stilton, esto
es otra cosa, ¡esto debiera ser otra cosa!
El rap
ni está ni se le espera. El rap en mi época era Public Enemy escupiendo su fight the power y Rosie Pérez lanzando
fintas con guantes de boxeo, ahora el rap (creo) son chistes y competiciones de
meadas aunque tal vez siga suponiendo nuestra última esperanza.
¿Dónde esta
el punk cuando se le necesita? ¿Dónde la protesta? Leí en el fenecido (y en
breve resurrecto) diario Público que
los cantautores pop se habían dado a la protesta feroz pero luego escuché lo
que decían y o no lo entendí o eso no es lo que yo considero protesta.
Sr.Chinarro, decían, está de lo más marxista-leninista-pensamiento Enver Hoxha.
Y yo sin comprender nada. Porque la protesta tiene que ser obvia, no valen
subterfugios, no valen sutilezas, véase Gallo
negro, gallo rojo o L´Estaca o,
si no, miren a los fabulosos Ska-P. A mí siempre me gustaron los Ska-P porque
su Vals del obrero conectaba de
inmediato con mi corazoncito de chaval de Vallecas emigrado a los barrios altos
por equivocación. Los del Tentaciones arrugaban la nariz mientras bramábamos “este es mi sitio/ esta es mi gente/ somos
obreros/ la clase preferente” pero es que los del Tentaciones siempre han
vivido en los barrios altos (o aspiraban a ello) y por eso sólo una vez
desfruncieron el ceño y dedicaron un par de páginas a los mohicanos de Vallecas
haciendo hincapié en que petaban grandes auditorios en América Latina.
¿Dónde está
el punk, dónde la banda sonora de una sociedad con un pie en el apocalipsis
social? ¿Qué escuchan los canis y demás entes del polígono que se dedican a
consumir vorazmente cubos de botellines de cerveza en La Sureña (3 euros=5
botellines)? Esa es otra. Porque me temo que el empeño en construir esa cultura
acumulativa propiciada por internet (tengo 200 millones de canciones en el
ipod, tío) ha aniquilado la pasión por la música. En mi adolescencia se
regalaban discos, lo juro. ¿Cuándo fue la última vez que regaló usted un disco,
cuándo se lo regalaron a usted? ¡Si ni siquiera hay tribus urbanas!
¿Dónde está el
punk cuando se le necesita? Al menos en la radiofórmula había huecos por donde
colarse a escupir al sistema, ahora ni eso. Bueno, están Amaral y Pereza y tal.
O El Canto del Loco. Grupo al que suelen atizar a conciencia los modernos
aunque no creo que haya gran distancia entre su propuesta y la de más de un indie patrocinado por San Miguel. Yo qué
sé.
En fin,
necesitaba desahogarme. Ahora me pondré el God
save the queen de los Pistols y London
Calling de los Clash (soy previsible, ¿verdad?) y a lo mejor también algo
de los Ramones. Sólo pido eso. Que alguien levante la voz y que la música
vuelva a ser, realmente, cultura popular presta a apoyar toda insurrección
necesaria y no solamente melodía de ocasión para la promoción publicitaria de
un refresco.