Discurre la tarde en un tufo a ginebra y maíz tostado en las bocas de los concurrentes, se cae el limón al suelo, la nicotina tizna de voces la puerta de los tugurios y Madrid, Distrito Latina, es una mezcolanza de bárbaros llegados del extrarradio con las cejas reducidas a un mero rastro y cachorros del barrio de Salamanca con ánimo de apareamiento. Esto es España, una delirante celebración de la vida mientras hace aguas el sistema entero. La Latina un domingo por la tarde es el búnker de Hitler donde Eva Braun baila el chachachá a la espera de los rusos, disfrutamos de este sol de verano tardío y que le den por culo al futuro. Pero entre trago y trago nos miramos en el espejo y lo que vemos espanta. Lola, de Barcelona, lleva dos años buscando trabajo. Ha abrazado el vegetarianismo y se ha esfumado su subsidio de paro. No me llames Dolores. Llámame Lola. Dice. Charlie se ha comprado una máquina de hacer cigarrillos y así ahorra en tabaco. Está sin curro. Me cuenta que Manu trabaja por 7 euros la hora en la tele. La semana pasada se sacó 14 euretes, le llamaron un día solamente para un concursito y es lo que hay, chaval. Vanesa tiene contrato hasta diciembre. Navidades blancas. Noche de paz. A Torcu le han bajado el sueldo ya dos veces este año. A Lolo le han dicho en su banco que esto no es nada, que en cuatro o cinco años estaremos en la gloria y a empezar de nuevo. Calcula: o sea, cuando cumpla 45 palos podré reiniciar mi proyecto vital. ¡Yupi! En fin. Tampoco es para tanto. No les voy a contar mis penas. Cinco millones de seres humanos se hallan en España sin oficio ni beneficio pero, amigos, quedan los domingos por la tarde en la orilla izquierda de La Latina. Todavía puedes ver una actriz de moda degustando un pastel de zanahoria en la luz angosta del Délic y alguien jura que atisbó a Javier Bardem en el bar de su hermano y que degustaba junto a Woody Harrelson un aromático mojito cubano. Después vendrá la resaca y las ganas de cargar la pistola y los desamores, sniff, pero qué caramba, que se joda el mundo, Eva Braun nos saca a bailar y cuando vengan los rusos ya veremos.
Somos los pistoleros de Grupo Salvaje avanzando decididos hacia la aniquilación. La cabeza bien alta. El arma presta a disparar.
Siempre quedará hueco para desinhibirse en el ocio y dejarse llevar, y olvidar.
ResponderEliminarMe ha gustado mucho la entrada.
Por cierto, ¡enhorabuena por el libro!
Joder.Me ha gustado.Henry Miller y el cáncer del tiempo que nos devora, de copas por Madrid.Me ha gustado.Joder.
ResponderEliminarUn abrazo Daniel,nos pasaremos por aqui ,,,
ResponderEliminarOjala tuviera el ánimo de Eva Braun, pero ni con titulación universitaria ni con 2,5 idiomas ( si, realmente tengo un nivel medio de inglés, concretamente el Intermediate y no es un farol) hace 5 meses ya que espero a una puta entrevista. Los rusos no se si vendrán, pero la derecha amenazan con el arma más afilada, la desazón de la gente que cree que se necesita un cambio, aunque éste en el fondo sea a peor...
ResponderEliminarPetons des de barna
De tu libro me ha encantado una frase, algo como "Toda la vida es ahora". Pero, lamentablemente, con este futuro tan brillante, va a ser el lema de al menos toda una generación... Esperemos que no sea así.
ResponderEliminarAhora sí que esta acogedor el hogar. Desde mi ventana, veo ésta, tu casa, Lector Disperso, y dan ganas de volver. ¡Salud!
ResponderEliminarPor fin has dado con el look. Dónde habrán ido los patos?
ResponderEliminarHermoso...
ResponderEliminarGenial la entrada, habrá que tomarse las cosas con humor, no queda de otra. Periodistas en paro a mil, gente en paro a millones y aquí la burbuja que no acaba de explotar. Aún no sabemos quién pulsó el mando de la bomba, cómo apagar la mecha, o si es mejor dejar que la dinamita explote y empezar de nuevo. De momento, no hay nada mejor que agarrarse a las tardes en familia, entre amigos, al calor de los bares y los sueños. Será en un bar que arreglaremos el mundo.
ResponderEliminarSin duda, volveremos por aquí...
Me gusta. Seguiré tus escritos.
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