viernes, 25 de mayo de 2012

ESPAÑA CAÑÍ

Esa gran gamberra que es Esperanza Aguirre nos ha dado entretenimiento estos días azuzando una polémica a la cual, yo al menos, no asistía en estos términos desde los debates colegiales de mi infancia. Básicamente la estrategia de distracción puesta en marcha por la presidenta madrileña se ha basado en recuperar esa cantinela pueril de que si son tan vascos y tan catalanes que no vengan a jugar la Copa del Rey y que por qué pitan el himno español y no puedo pitar yo Els Segadors o el himno vasco que no me acuerdo cómo se llama y que, en resumen, se vayan a tomar por culo todos los que no quieran ser españoles. Cantaba yo de pequeño, porque me hacía gracia y porque el anticatalanismo era propio de la formación de todo macho aspirante a formar parte de la manada ultrasur o frenteatlética, eso de "quisiera ser tan alto como la luna/ para poner los cuernos a Cataluña". Y en esas estamos otra vez, en fabulosa regresión a las peleas de pandillas de cuando íbamos de viaje de fin de curso a Lloret.
España es como es, un país de países donde la enseña nacional (y el himno) sólo nos representa cuando Iniesta marca gol. A unos les desagrada la rojigualda por que se sienten de su pueblo antes que españoles, a otros les suena mal el chunda chunda del himno por mero republicanismo y a algunos más toda esa parafernalia les chirría porque les recuerda a la derechona y el franquismo residual. Guste o no, así son las cosas y toca que fastidiarse si la gente pita el himno o abuchea a doña Letizia con todo lo guapa que es. Polemizar al respecto son ganas de agitar las aguas y ganar a rio revuelto algunos metros en esa huída hacia adelante de una derecha que, si fuera patriota de verdad, plantaría cara al diktat alemán que está hundiendo Europa. Menos banderitas y más coraje donde hay que tenerlo. Frente a frau Merkel, por ejemplo.
Y, por cierto, muy pertinente fue la alusión de Esperanza Aguirre a Sarkozy.  Efectivamente, tras un abucheo a La Marsellesa en un encuentro futbolístico entre las selecciones de Francia y Túnez, el maridito de Carla Bruni montó en sobreactuada cólera e impulsó una campaña ultranacionalista y propuso que los emigrantes besaran la tricolor e inició la deriva hacia la extrema derecha que se convirtió en las últimas elecciones en ingrediente principal de su discurso. Gracias a todo lo cual logró ser desalojado del Elíseo porque, al final, lo que preocupaba a los franceses no era si alguien se limpiaba el culo con su bandera sino la hecatombe económica que padecemos. Tome nota, señora presidenta. Sus incondicionales le reirán las gracias pero, tal vez, haya votantes sensatos del PP que acaben enviando a paseo a una lideresa tan enferma de frivolidad y tan poco atenta a las preocupaciones reales de la ciudadanía.

3 comentarios:

  1. ¿Sabes Dani?

    A veces me atenaza un deseo: Irme a Las Alpujarras. Pues sí. Viendo como está todo lo que hay que Wert, leyendo artículos como los de Isaac Rosa y su explicación de los recortes en educación pública "a lo bestia" -que me ha "encantao" y aya estoy esperando la segunda entrega sobre recortes a la Sanidad Pública- y seguir Wertviendo por qué se crean las polémicas, que al final no lo son más que para diluir la actualidad, y dejarla descafeinada, pues, te decía, que dan ganas de coger el tren, y la bicileta, Kleta . que es roja por fuera y rebelde de corazón- y largarse a Las Alpujarras.

    Quizá ello se pueda entender como una huida, -que me da igual como se entienda- pero si a Marte no podemos escaparnos, no queda otra salida.

    No me gusta el fútbol, nada de nada. Ni en pintura. Es wert un campo, y la masa que grita y me entra un no sé que, que no sé qué me pasa. Por ello quizá opte por nadar en una piscina, y dejarme llevar, que suena demasiado bien.

    Sin ánimo de divagar más. ¡Qué tengas un buen fin de semana!.

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  2. Pues de abandonar, nada, hermanos. La deriva entre fundamentalismo y surrealismo de la derecha no viene de hace dos días. Ese sentido patrimonial del país es la esencia de su patriotismo (siempre de falsete y de formas aparentes) Cualquier cosa, actitud, conducta, comportamiento u opción decidida por los demás ellos la consideran impropia, agraviante, injuriosa y digna de que vaya a las tinieblas exteriores.

    No creo fácil que las bases del PP abandonen a personajes energúmenos o hipócritas (con frecuencia se juntan ambos caracteres, pero suele haber dirigentes más caracterizados por una faceta u otra)

    Mientras la Democracia no sea necesidad en lugar de formulación o moda que muchos han aceptado a regañadientes, dudo que ciertos votantes sean capaces de ver las cosas de manera lógica y cuerda. Cuestión de tiempo.

    Gracias por tu blog, un abrazo.

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  3. El análisis más detallado de la situación de la pitada refleja dos problemas más profundos y graves de la sociedad española: que no se respeta y que no hay equidad de comportamiento.
    Como sociedad, hemos cogido el vicio de no respetar lo ajeno y hacer valer lo nuestro por encima de todo, llevandonos a situaciones como la pasada recientemente que son ridículas vistas desde el extranjero. Por fortuna, pues tampoco este país se diferencia en los distintos sentimientos nacionales de ciertas regiones a la antigua Yugoslavia, desaparecida de forma trágica.
    Esperanza Aguirre será muy gamberra, pero sabe meter el dedo en la llaga del problema. Y aunque provoque, retrata muy bien esta sociedad en la que numerosos representantes políticos, periodistas, así como el autor de este blog, la descalifican o piden su silencio en pro de la libertad de expresión de aquellas asociaciones favorables a la pitada, por supuesto laminando la misma libertad de expresión de la presidenta de la CAM.
    La final de la copa del rey fue un ejercicio de cinismo e hipocresía. Basta ver en cualquiera de los 27 segundos que duró el himno como aquella muchedumbre abucheaba un simbolo mientras levantaba en alto senyeras e ikurriñas, simbolos con las mismas virtudes y defectos que la rojigualda, con el mismo orgullo con el que hemos oido a "Espe" defender los simbolos del estado. Respetar denigrando. Igualdad diferenciando.
    Así es la sociedad española. No la madrileña, ni la catalana, ni la vasca. Toda la sociedad que formamos todos los españoles. No respetamos nuestros simbolos aunque sean eso, nuestros, en pro de creernos mejores que nuestros hermanos, padres o hijos. Solo nos une el oportunismo, el mismo que, seguramente, llevaba a ondear la bandera española en el mundial del 2010 a los mismos que pitaban a su pariente músical.
    Luego nos extrañará que Merkel se chotee de nuestra economía. O que los gibraltareños reclamen como suyas nuestras aguas. No hay que culparles si la imagen que damos es que nos peleamos entre nosotros, que somos un puñado de apátridas tirando de todas direcciones mientras sean opuestas. Si no nos respetamos entre nosotros, tanto dentro como fuera, ¿porqué iban a hacerlo los demas?.
    Eso si, queremos que la democracia funcione. Que se persiga la corrupción. Que las leyes sean iguales para todos. Que dimitan Griñan, Camps y media plantilla de la política española. Queremos funcionar como sociedad, progresar y ser adalides de la libertad, la igualdad, de la sociedad de bienestar... De todas esas cosas que pisoteamos cada día con nuestras muestras de respeto y de equidad.
    Y así nos va y así nos irá.

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