miércoles, 26 de octubre de 2011
OTOÑO EN MADRID HACIA 2011
El monzón está ahí fuera. Golpeo las teclas de mi vieja Godrej&Boyce. Yakarta bajo la lluvia. La ginebra atenúa una inminencia de fiebre que asciende en espiral junto al humo de los cigarrillos y la última luz de la tarde, detenida al otro lado del cristal de la ventana. El año que vivimos peligrosamente. La existencia que soñamos. Pero no. Es otoño en Madrid hacia 2011 y la urbe adquiere el tono dorado de las hojas secas dispersas por el asfalto. Amo esta puta ciudad y, por ello, deseo consignar tres desgracias que han acaecido o están acaeciendo en la Villa y Corte. La primera de ellas es la clausura definitiva de Albania, tienda de ropa de la calle Hortaleza que durante años ha surtido de camisetas neokitch a miles de jóvenes y no tan jóvenes, buceando en la iconografía infantil de quienes nacimos en los 70: Naranjito, Mazinger Z, Bud Spencer y Terence Hill, los Payasos de la Tele. Pero antes de eso, mucho antes, Albania fue catacumba de los primeros cristianos que modelaron la Movida. La cartelería de los grandes conciertos de los años 80 guarda casi siempre en una esquina la referencia impresa a Albania, lugar donde acudir en pos de la entrada pertinente para gozar de Divine, Jonnhy Thunders, Siouxsie&the Banshees y demás monstruos de la vieja modernidad. En concreto, yo poseo la reproducción de un cartel mítico: el que anunció hace tantísimo tiempo la actuación de Depeche Mode ¡en la Escuela de Caminos! Albania descansa ya en paz. Como descansan en paz para siempre los últimos carteles pintados a mano que anunciaban los estrenos de cine en la Gran Vía. El Palacio de la Prensa, donde aún resistían esas creaciones pictóricas gigantescas y tan peculiares, se ha pasado a la electrónica, perfilando junto al cine Callao un paisaje urbano cercano a la estética de la mítica Blade Runner. Nadie ha derramado una sola lagrimita. Lo hago yo, añorante de esa vieja Gran Vía de mis doce años, repleta de pintura sobre enormes lienzos con las grandes estrellas de Hollywood y Los Goonies mal dibujados y ET con la cara rara pero, qué caramba, tan madrileño y excepcional porque en ningún país de Europa existía equivalente a tan artesanal artefacto publicitario y, según cuentan, sólo en India o Egipto hubo o hay cartelería semejante. Dos pequeñas desgracias y una tercera en marcha o tal vez sea mi intransigencia de peatón excesivamente irritable la que me provoca tal desazón. A ver qué opinan: Gran Vía 48, donde estuvo el Banco Atlántico, justo al lado de la preciosa arquitectura del mencionado Palacio de la Prensa, se erige un nuevo edificio. ¿Y cómo es? Sencillamente espantoso y, sobre todo, ajeno a las líneas arquitectónicas que mandan en la principal arteria de Madrid. Pasen y vean: http://www.granvia48.com/jcms/jcms/lead_97412/granvia48-lt-home. Pero ¿qué coño es esto? Hemos vuelto a los años 60 y 70, cuando se daba carta blanca para construir sin respeto alguno a la estética y al mero sentido común. ¿Volveremos a asistir a la edificación de monstruosidades como los antiguos Cines Luna (abandonados a su suerte e inmersos de una suciedad cósmica) o las Torres de Colón (mejoradas, si cabe, mediante el famoso enchufe de sus cumbres)? Gran Vía, 48. Un monumento a la fealdad que sigue construyéndose sin que a nadie le importe un pimiento. ¿O seré yo quien tenga el sentido estético distorsionado? En fin. Menos mal que Madrid sobrevive a cualquier catástrofe. Ahora me voy a la Puerta de Tannhaüser a ver si atisbo los rayos-C cuyo resplandor se perderá, claro, cual lágrimas en la lluvia. El año que vivimos peligrosamente. El monzón está ahí fuera. En Yakarta ha oscurecido.
Suscribirse a:
Enviar comentarios (Atom)
Ciertamente un espanto el nuevo cuerpo del número 48 de la Gran Via.
ResponderEliminarMadrid resiste a todo, porque afortunadamente,al lado de una gran mierda, suele haber cosas fascinantes, en los lugares más insospechados. Es sobretodo un placer para los sentidos de los urbanitas. Somos muchos los que amamos esta ciudad.
ResponderEliminarSobre la desaparición de lugares míticos, basta darse un paseo por la ciudad para ver la cantidad de locales disponibles, no sé si este caso respondía a cuestiones económicas pero en la mayor parte de los casos...esta crisis se está llevando muchas cosas y personas por delante. Demasiadas!
Por cierto, leyendo tu libro sobre el 15M, gracias por la dedicatoria, muy currada.
No sé decirte nada de los monstruos de la Gran Vía pero me apunto a tu blog a ver qué nos cuentas!
ResponderEliminarEn referencia a lo que cuentas de sitios geniales de Madrid, en concreto de Gran Vía, que están desapareciendo. Recuerdo que un día después de haber vuelto a ver "El Crack 2" de Garci, me acerqué hasta el Hotel Emperador para ver si aún existía esa vieja Cafetería en la que conversan José Bódalo y Landa y desde la que se ve una estampa preciosa de la Gran Vía a comienzo de los 80.
ResponderEliminarPues no, ahora es un salón diáfano, no existe y cuando subí había una reunión de estas de empresa. Una lástima, porque pasar las tardes de viernes charlando y disfrutando de esas vistas con un Gin Tonic o tomando un café sería una gozada...
Bendito/maldito Madrid.
Abrazos y enhorabuena por el Blog, amigo. Lo visitaremos a menudo.
"Cuando la muerte venga a visitarme,
ResponderEliminarque me lleven al sur donde nací,
aquí no queda sitio para nadie,
pongamos que hablo de Madrid"
Serranianos.cl
Es feo de cojones el edificio ese, pero feo, feo, feo¡¡¡
ResponderEliminarGracias.
ResponderEliminarNo sé en que estado alcohólico estaba quién diseñó semejante atrocidad. Tampoco quiero imaginarme el estado de quién autorizó el proyecto...
ResponderEliminarLo próximo en Madrid, muy cerquita de ese espanto, será sustituir el chorro de agua de la Cibeles por chorros láser de colorines pero no voy a dar ideas, no siendo que algún "moderno" nos la líe parda...
Sin nada más que añadir...