lunes, 11 de junio de 2018

¡VIVA ESPAÑA!

Puede que acabe siendo un brindis al sol y tampoco me sumen a los entusiastas automáticos de Pedro Sánchez pero admitamos que hay que congratularse porque España sea hoy noticia por abrir sus puertas en una Europa que las cierra brutalmente. Empujaron alcaldesas como Ada Colau y Manuela Carmena y el alcalde de Valencia Joan Ribó y el Gobierno dio su visto bueno. Se ofrece acogida al Aquarius, barco de la esperanza para fugitivos de la miseria al cual una Italia sumida en la abyección ha decidido abandonar a su suerte.
Hemos tenido una temporada de patriotismo con Marta Sánchez dibujando pomporrutas imperiales en su reescritura del himno. Pero el patriotismo era esto: ayudar al necesitado desde nuestra condición de privilegio aún en tiempos de crisis. Cabe enorgullecerse de lo que somos si lo que somos resulta un ejemplo de solidaridad y no de exclusión.
Lo peor ha sido escuchar a Xavier García Albiol traduciendo del francés el discurso de Marine Le Pen aunque, en general, parece unánime la piedad con quienes se juegan la vida en el Mediterráneo buscando un lugar mejor.
Y no me hablen de buenismo porque, como he leído en Twitter, lo contrario es la maldad sin paliativos.
A veces las cosas son endiabladamente simples.
¿Puede Europa permitirse mantener a 600 hombres, mujeres y niños que huyen del hambre flotando en el mar con el futuro detenido?
No.
Otra cuestión es que el problema migratorio no se solucione a golpe de improvisados gestos humanitarios sino que, si Europa existiera, tendría que obligar a Italia a cumplir con sus obligaciones y también al resto de sus Estados miembros.
España puede sentirse satisfecha de que el puerto de Valencia vaya a recibir al Aquarius (si es que llega a producirse tal hecho) y la patria es mucho más ese barco con destino a nuestras aguas que las banderas a las que las tormentas primaverales han restado todo lustre, ahora que (incluso) parece que puede firmarse la paz con Cataluña y que empecemos a hablar de lo realmente importante.



viernes, 8 de junio de 2018

NO OLVIDES QUE ERES HUMANO, PEDRO

Antes de ayer era el tonto del pueblo y hoy es la mayor inteligencia política que ha dado España en decenios. Ni tanto ni tan calvo, supongo. Pedro Sánchez enardece a la clase opinante del periodismo y hasta el camarada Maestre dice que muy bien, que la izquierda tiene que asumir su derrota y gobernar como Ciudadanos para que no gobierne Ciudadanos. Pero para eso ¿no sería mejor que gobernase Ciudadanos?
Bien está el mensaje feminista y, desde luego, resulta más presentable este Consejo de Ministras que quienes vociferaban "soy el novio de la muerte" al paso de la Legión.
Pero no estaría de más aguardar acontecimientos.
En el fragor del entusiasmo de estos días he leído (al propio Maestre) que la composición del Gobierno asegura a Sánchez "ganar unas elecciones que puede convocar cuando mejor le convenga" y Esteban Hernández firma en El Confidencial un artículo titulado El brutal golpe del PSOE en la mesa (para quedarse años en el Gobierno).
No digo yo que tan insignes plumas se equivoquen pero, como aconsejaban Siniestro Total, ante todo mucha calma.
Si nos creíamos las encuestas que daban a Ciudadanos un resultado extraordinario, ¿hemos de concluir que todos esos votantes cambiaran su papeleta por obra y gracia de Pedro Duque?
La política es más complicada y, sobre todo, se recomienda tener la cabeza fría.
Y de las encuestas que vienen ya me sé el resultado porque los politólogos lo han anticipado corrigiéndose a sí mismos (subirá el PSOE). Cuídate de los idus de marzo, Pedro, y de la burbuja laudatoria que se ha hinchado sobremanera durante las primeras horas de Gobierno. Acudir en auxilio del vencedor es norma en España y dar por muerto al adversario político también y ambas tradiciones suelen conducir a la melancolía cuando los planes no se cumplen.
En cuanto a si estamos ante un Gobierno "incontestable", tal y como claman las trompetas mediáticas más acreditadas, permítasenos ejercer la capacidad crítica todavía un rato ya que no nos han dado ni una mísera jefatura de comunicación que llevarnos a la boca. ¿O no resulta extraño que Grande-Marlaska, tan afín al PP, se siente en el Consejo de Ministras como si nada?
El problema, querido Antonio Maestre, es que si la izquierda (o las fuerzas del cambio -como queramos llamarlo-) claudica de su papel, tarde o temprano será la derecha quien se beneficie de ello y ahí tenemos a Macron. Otra cosa es que pretendamos engañarnos y asegurar que Macron representa una suerte de nueva izquierda pero eso también lo dijimos de Tony Blair y el resultado final fue un BREXIT de proletarios desencantados.
Démosle a Pedro Sánchez sus cien días de gracia y ojalá a las españolas y españoles las cosas les vayan mejor con el PSOE.
Pero no exageremos en el halago y búsquese el presidente del Gobierno quien, como a los césares romanos, le diga al oído: "Recuerda que sólo eres un hombre".