Las primeras lluvias torrenciales anuncian la clausura del verano austral, aquí, al sur, en un Buenos Aires donde el aire pesa, truena el bochorno y en Palermo crecen sillas donde abrevan las pájaras más dulces del país. Es una frase. No me malinterpreten. Me gusta escribir sin pensarlo mucho, disfrutando del mero placer de juntar palabras. Aquí en Buenos Aires, por cierto, las palabras todavía gozan de cierto prestigio, me refiero a las que se obsequian en tinta sobre papel, y los kioscos lucen un andamiaje de publicaciones diversas y las librerías son un gozo exultante. Eterna Cadencia (también editora de títulos propios) es una de mis preferidas. Sobre todo porque también dispensan tragos y sirven un gintónic más que aceptable, así que puede disfrutarse a un tiempo de la literatura y de la dipsomanía (dos de mis actividades preferidas). Libros y tormentas, Buenos Aires hacia el fin del verano.
Fumo un cigarrillo acodado en el balcón y miro pasar los perros y el cielo se pinta de color rosa para el crepúsculo, diseminando las nubes, y camino un rato, suena el tren, desayuno medialunas de grasa, aguardo la oportunidad, El Gran Sueño Argentino, eso he venido a buscar, creo.
Escasea el salmón para el sushi pero las milanesas continúan extraordinarias, qué caramba, y yo estoy siendo paseado como un especimen que aquí miran con curiosidad: el desempleado español, del que tanto se habla en todo el mundo. Pero bueno. Tampoco dramaticemos. Concluído queda el documental El oficio de cantar realizado con motivo del nuevo disco de Ismael (Todo empieza y todo acaba en ti) y casi finalizado está el videoclip que ambos dirigimos y la vida nos ofrece nuevas rutas, porteñas quizás.
Desde el sur contemplo el mundo y tan ancho ya no es, hablo a diario con España y me entero de que un ex ministro de Aznar ha sido condenado a cárcel pero, a la vez (qué curioso), no ingresará en prisión, y también de que el ex director general de trabajo de Andalucía gastaba 25.000 euros al mes en cocaína, lo cual ha abierto un debate muy encendido sobre lo cara que está esa droga en Sevilla, inaceptable en plena crisis. Vamos, que estoy al día, no se preocupen.
En fin, nada, notas dispersas sobre un aterrizaje reciente (previo al cual las azafatas de Aerolíneas Argentinas me expulsaron con malas maneras de la primera clase, donde apenas pretendía saludar a un conocido, se ve que tengo cara de clase turista o me delató la remera barata y parecía como cuando en Titanic la chusma pretende asaltar los botes de los privilegiados y les repelen a palos y sólo faltó que saliera el comandante con una pistola, ¡gracias, Aerolíneas!). Notas dispersas, digo, de un aterrizaje reciente. Seguiremos informando y que Dios reparta suerte.
Todavía dejan fumar en los bares? Cómo echo de menos una agradable conversación en un café, delante de un ventanal, enfrente de un conversador frenético y con mi cigarrillo apurándose...
ResponderEliminarLas tormentas en Buenos Aires son espectaculares, llevo un año disfrutando de ellas y del suelo del antiguo departamento donde vivo temblando con los rayos; hace un par de días en la terraza llovieron cubitos de hielo para el gin tonic, era por la tarde (la hora ideal para mi gusto para saborear uno).
ResponderEliminarTormentas, librerías, cafés, kioscos, verano, pájaras (y pájaros)... de todo esto hay mucho en Buenos Aires; españoles y españolas ocupados y desocupados también. Pero en Buenos Aires hay lugar para todo.
Bienvenido y suerte!
¡Hóla Lector Disperso!
ResponderEliminar¿Sabes?. Es como si no te hubieras ido. Tenemos Lectura Dispersa de la semana y entrada en blog. ¿Qué más se puede pedir?. Disfruta de las tormentas y de los viajes. Sueña todo lo que tu imaginación te permita y encuentra aquello que quieras hallar. Y si tienes un ratito, levanta la mirada al cielo, ese cielo que parece tener más estrellas que el del Norte, y echa la imaginación al vuelo.
Aquí seguimos caminando, con calma, sin pausa, sin prisa. Tu última recomendación, mi próxima lectura.
Un abrazo.
Carmen.
Los de aerolineas serán medio cabrones, pero son los más baratos... al menos hasta que a Ryanair se le dé por ampliar fronteras.
ResponderEliminarbienvenido