miércoles, 9 de mayo de 2012

UN CONSEJO GRATIS, SEÑOR RAJOY

Vaya usted a ver Los idus de marzo, señor Rajoy, y fíjese qué tipo de asesores dirigen la campaña de George Clooney, en la película candidato demócrata sólo en apariencia cuasiangelical. Admire a esos mefistotélicos Ryan Gosling y Philip Seymour Hoffman, habilidosos para la trampa, capaces de gestionar cualquier hecatombe que se interponga en el camino. Asesores políticos sin miedo a contradecir a su patrón y, sobre todo, dotados de una inteligencia estratégica que les permite anticiparse a los acontecimientos. Ninguno de los dos hubiera permitido que hiciese usted el ridículo quedándose como ido frente a los periodistas que le aguardaban en los pasillos del Senado. Ni tampoco creo que estuviesen muy de acuerdo con esa política consistente en negar lo que, de modo inminente, tiene que ejecutarse. Ni, desde luego, asentirían ante el burdo intento de ensuciar de palabrería confusa las decisiones gubernamentales para que, con suerte, cuele una subida del IVA o un copago sanitario sin que se percate el elector. El elector es imbécil sólo hasta cierto punto. Por eso resulta contraproducente la propaganda de esos aduladores que, a la espera de ver si les cae algo en RTVE y se salvan del ERE nuestro de cada día, le lustran las botas desde las páginas de La Razón, ABC o La Gaceta. Me refiero, por ejemplo, a esa obra maestra del servilismo, la cursilería y la mera idiotez que es el artículo que el pasado sábado se publicó en el diario que dirige Marhuenda y en el que se relataba que usted viajó a Quintos de Mora con un tupper en el regazo para disfrutar junto a sus esposa e hijos de una cena recalentada. Encima los de La Gaceta, en un ataque de celos adolescente, se han enfadado y han aireado que de eso nada y que no cenó tupper y que ni siquiera estuvo usted en Quintos de Mora. Con amigos así, señor Rajoy, sobran los enemigos. Tal propaganda socava la imagen del gobierno porque está diseñada por idiotas que piensan que la gente es aún más idiota que ellos (cosa difícil) y la gente, repitámoslo, es idiota sólo hasta cierto punto.
Hay una expresión muy utilizada en la jerga de los asesores de comunicación estadounidenses: "control de daños". Cuando algo se ha jodido y no hay arreglo ni ocultación posible, no te empeñes en otra cosa que no sea minimizar el desastre. Si va a demoler el Estado del Bienestar, señor Rajoy, construya, al menos, un relato épico ("sangre, sudor y lágrimas", ya sabe) que permita a sus votantes echar mano de un argumentario válido. Lo contrario es precipitarse al abismo y, si la cosa sigue así (y dado que soy de izquierdas, lo espero), estoy de acuerdo con David Gistau en que usted pasará a la posteridad como el único presidente que en España aguantó una única legislatura.
En fin, por mí estupendo pero no creo que a usted le valga perder intención de voto a razón de un punto por mes (ese es el resultado a leer en el último CIS, aunque seguramente sus asesores le dirán que no, que tampoco está tan mal, que vamos a tope y que usted es más guapo de Hollande). Siga así, presidente, qué caramba. Con ministros de no saben y no contestan o que contestan sin saberse del todo la lección y una Cospedal tan sobreactuada que parece una folclórica y un ministro del Interior que transmite tal tristeza que no sabemos si lo que anuncia es bueno para España o le apena profundamente. Asesores, esa extraña raza que nos fascina en las películas estadounidenses, maquiavélicos calculadores que juegan con la opinión pública y los medios de comunicación. Para bien o para mal, aquí no existen. Aquí, generalmente, son unos señores o señoritas a los que se les ha premiado con un puesto en el departamento de comunicación por su buena conducta ante el partido y su fidelidad a la causa. Así nos va, señor Rajoy. Así le va a usted, me refiero. Por mí, le repito, fenomenal.
Y otro día, si quieren, hablamos de la estrategia de comunicación de PSOE o de IU (aunque me temo que, en este caso, tal concepto ni existe -una pena-). Bueno, eso. Políticos de Dios, vean Los idus de marzo.

1 comentario:

  1. “Imbecillis de im (sin) y becillis. Becillis es el diminutivo de baculum (bastón), luego imbécil significa sin bastón”, de acuerdo, soy imbécil hasta cierto punto porque no tengo bastón político real que me represente y abogamos por una democracia real.
    “Idiota se refiere a aquel que no se ocupa de los asuntos públicos, sino sólo de sus intereses privados. En la antigua Grecia democrática, la máxima pena que se aplicaba a un ciudadano en relación a su participación en la vida social, era el exilio (ostracismo) su significado era impedirle, privarlo de participar de lo público”. Puedo participar activamente con mi voto en las urnas, pero mi voto sin una reforma electoral…

    Esto…

    Un saludo.

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