miércoles, 8 de agosto de 2012

¡QUIERO LA CABEZA DE SÁNCHEZ GORDILLO!

La acción de pillaje que ha encabezado el diputado andaluz Juan Manuel Sánchez Gordillo es la agresión más grave que ha sufrido la democracia desde hace mucho tiempo. Robar chóped en un supermercado constituye un crimen aborrecible y resulta del todo lógico que en un caso así el ministro del Interior se ocupe personalmente del asunto e inste a la inmediata captura de los sediciosos y de su cabecilla. ¡Quiero la cabeza de Sánchez Gordillo!, ha bramado el ministro Jorge Fernández Díaz sudando tequila con la cara de El Indio Fernández, a punto de sacar la pistola.
Sánchez Gordillo está, mientras tanto, transmutándose en un Emiliano Zapata al que le han robado el caballo blanco pero no las cananas y mete miedo a las viejas del barrio de Los Remedios e irrita a los señoritos y desconcierta la tropa tibia de esa izquierda desmochada que cavila todavía a qué lado hay que estar en Siria y, claro, se despista de lo que pasa por España y no sabe si lo de Gordillo está bien o mal. Por contra, recibe Sánchez Gordillo parabienes de la gente normal, harta de ver a Jaume Matas paseando por Miami y cosas así de repulsivas.
¡Mamá, demagogia!, musitan los moderados pero, hijos míos, vivimos tiempos convulsos y robarle al señor Roig unos cuantos garbanzos no creo que sea para tanto. Recurramos a la frase hecha: ¿qué es más delito, atracar un banco o fundarlo? Que se lo pregunten a los de Bankia.
De todos modos, a mí lo que más me ha impactado del asunto del asalto al supermercado ha sido contemplar en las imágenes el celo inusitado con que una trabajadora del centro trata de impedir que se lleven las galletas maría, como si se las estuviesen quitando de su propia boca hambrienta. Por Dios, qué entrega a la causa de la patronal. Sr. Roig, suba el sueldo a esa empleada.
España es un país surreal y con tendencia al folclore trágico. Vuelve El Tempranillo pero  vuelve porque también ha regresado (o está a punto de regresar) la Andalucía de niños con el culo al aire que espantan moscas royendo un mendrugo de pan. Exagero, claro, pero son tantísimos los que están padeciendo gravemente esta crisis. Así que, hala, si hay que apoyar a alguien, me quedo con nuestro buen salvaje Sánchez Gordillo antes que con esos portavoces del Partido Popular que le apuntan con el dedo justo después de sugerir que a los inmigrantes habría que dejarles morirse de cáncer. No, no, no. Por lo menos Sánchez Gordillo tiene buen fondo. Es algo bestia, eso sí, pero qué le vamos a hacer.
Y todavía queda por disfrutar de la inminente estampa del prendimiento: Sánchez Gordillo, barba en flor y camisa abierta hasta el ombligo, a pecho descubierto, manos a la espalda, grilletes en ambas muñecas y dos números de la Guardia Civil flanqueándole. Sólo pedir que, en aras de la estética y por deferencia a los periódicos extranjeros, dichos agentes de la Benemérita luzcan el tradicional tricornio de charol y se haga la fotografía bajo el sol de plomo de la campiña sevillana. Muchas gracias.

2 comentarios:

  1. Desde hace mucho tiempo en este país ha sido peor robar una gallina o un trozo de pan para comer que saquear bancos y gobiernos desde la "legalidad".
    Hay que reconocer que Gordillo y amigos tienen muchos enemigos; eso sí, se los han ganado con un par de huevos.

    Salud¡¡¡

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    1. El mes que viene voy a Marinaleda a reunirme con el SAT y acudir a las Turquillas...espero que puedan...

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