lunes, 7 de mayo de 2012

¡MADRID RESISTE!

Tarde de domingo en Madrid. Antigua Tabacalera, cerca de la Glorieta de Embajadores. En el patio central hay un viejo punki que cuida el huerto, negros que tocan timbales, rehabilitados de Proyecto Hombre arrancando a una guitarra guiños flamencos, adolescentes de ensoñaciones rastafaris. Pero también familias de paseo con prole de críos y abuela a bordo, grupos de treintañeros ociosos, parejitas que comen pipas y admiran un mural de la pared mientras en la esquina moros y cristianos comparten humo de kif. En este puerto franco toda marinería es bien recibida. La Tabakalera representa un nuevo modelo de gestión ciudadana: la administración (sin recursos, sin inventiva, sin ganas) cede un esqueleto de óxido y paredes vacilante al activismo vecinal que se vertebra en torno al movimiento okupa, grafitero, alternativo. Y de ello resulta este centro de actividades diversas (yoga, teatro, cine, mojitos, hachís) y enorme belleza. Ha sucedido también con El Campo de la Cebada, surgido de la transformación de un solar que nació con la demolición de un viejo polideportivo en pleno centro de la ciudad. Ahora juegan los niños, se organizan conciertos al aire libre, se pasan películas. Madrid resiste. Madrid es una ciudad indestructible. En plena crisis, con los bares semivacíos y la chavalería bebiendo calimocho en cualquier rincón meado, Madrid planta cara y surgen iniciativas que demuestran la vitalidad de una urbe que nunca se da por vencida.
Está La Casa de la Portera, improvisado espacio teatral en unos pocos metros cuadrados, en una vieja vivienda reconvertida a la bohemia. Igual que está el Microteatro por Dinero, allá por la calle de la Ballesta, con representaciones efímeras en las estancias de un viejo puticlub.
Están los artistas como mi amigo Manuel Cuesta que, además de sus actuaciones en locales, canta y toca, toca y canta (a un módico precio), para quien quiera verle en su propio domicilio vallecano.
Está cada martes (de siete a diez) Microabierto, en el café Libertad, donde todo músico puede subirse al escenario y hacer de su capa un sayo.
Está el Dog&Roll donde, cuando le apetece a Rubén, se invita a un rockero que tenga valor para actuar desenchufado, a escasos palmos del público.
Está la gran escena con sus montajes teatrales subvencionados a manos llenas y está la Sala Cuarta Pared, que ahora mismo llena sus butacas con un hermosísimo ejercicio de relato escénico: El chico de la última fila de Juan Mayorga.
Está Malasaña, reventona de madalenas azul pitufo y tiendas de ropa de segunda mano y cafés y barras de zinc que aguantan el paso de los siglos.
Madrid es la ciudad que, contra todo pronóstico, resistió al asedio franquista hasta el final de la guerra y se iba de paseo y al cine y a los teatros después de cada bombardeo de la aviación sublevada.
Madrid, con crisis o sin crisis, alza la cara y hace de la insolencia su bandera.
Madrid es una tarde de domingo en la que, en el patio de la antigua Tabacalera, juegan los niños al escondite, comen pipas las parejas de enamorados, fuman un cigarrito jubilados de la toxicomanía y sueñan revoluciones tiernos perroflautas de dieciséis años.

3 comentarios:

  1. Madrid es hoy más que nunca la ciudad de la resistencia, en algunos casos encubierta entre las rancias y viejas costumbres de siempre.
    Pero más que nunca como la aldea gala que resiste al invasor aunque a veces se disfrace y acabe recibiendo mamporros desde dentro.

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  2. Para mí, Madrid es la ciudad de las prisas y de paso. Es la ciudad que tengo que pasear en tren por que para ir andándola siempre voy con el tiempo contado. Es la ciudad en la que hay muchas cosas por hacer, por escuchar, por sentir, por ver.... Y yo me las pierdo por que tengo que volver.
    Es la City, y no puedo saborearla como deseara.

    Por eso, al leer tu comentario, me surge una nueva necesidad: la de disfrutarla en una tarde de domingo. ¡Todo se andará!. ¿Quién sabe?. Mientras Madrid resista, todo seguirá siendo posible.

    "¡Hoy me muero por volver! ". -Como diría la canción-.

    ¡Un abrazo!.

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  3. Madrid, siempre están ahí sus rincones, su abuelos de paseo, sus jóvenes, sus paseos por el Retiro, sus tribus urbanas, y cómo no, siempre, su inconfundible bullicio.

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