Yo discrepo con Pablo Iglesias con respecto a sus corbatas pero en el resto (en casi todo aunque no en todo) estoy bastante de acuerdo.
Lo que pasa es que no hay manera.
Podemos no tiene quien le escriba (a favor). Entre ciertas torpezas (ejem) y el racaraca en forma de campañas cuasidifamatorias no se escucha cosa buena del nuevo partido.
No hay tertuliano afín a Podemos que salga en la tele porque Podemos (en contra de lo que cree el diario monárquico ABC) no ha repartido todavía prebendas entre la prensa y los periodistas, si no se invita a gambas, no nos mostramos favorables.
Véase el caso de Herman Tertsch, que recibió un milloncete de euros del erario público por cortesía de Esperanza Aguirre (vía Telemadrid) para así preservar su liberalismo y su independencia.
Cuentan que estaba Isabel II en palacio y le anunciaron:
- Han llegado los periodistas, Majestad.
A lo cual contestó (con tremendo tino):
- Denles de comer.
La anécdota seguramente será apócrifa e Isabel II (la reina española que tiene estatua frente al Teatro Real) tal vez no recibió a los chicos de la prensa en su santa vida pero resulta esclarecedora para comprender la idiosincrasia de esta profesión capaz de toda miseria y toda grandeza.
A lo que vamos.
Discrepo de las corbatas de Pablo Iglesias pero que el juicio por blasfemia a Rita Maestre se cubra como una crónica de sucesos en la que la concejala ejerce las veces de criminal no parece lo más lógico.
Menos mal que Rubén Amón escribió una estupenda reflexión al respecto.
Pero pasa lo que pasa.
A Pablo Iglesias se le exige que pida por favor y con la boina en la mano (al modo de Alfredo Landa en Los santos inocentes cuando entraba en casa del señorito) permiso para votar sí a la investidura de Pedro Sánchez. Pero sólo eso. Ya lo de ser vicepresidente es otra cosa y no se puede.
El tonito.
Eso es lo que no gusta a cierto socialismo jurásico e, incluso, a ciertos nuevos burócratas del PSOE.
El tonito de Albert Rivera, el hombre que quiere solucionar las diferencias de condiciones laborales entre los españoles convirtiendo a todos los españoles en precarios, sí gusta más.
Y luego está el abismo generacional.
Cada vez Chani opina en la tele se manifiesta como incontrovertible verdad que algo se hizo mal en la Transición.
El caso es que (intuyo) hay un importante porcentaje de la población infrarrepresentado en los debates televisivos, las columnas de opinión y la vieja prensa. En Twitter no tanto.
Existe un buen número de españoles a los que no les parece tan deplorable la gestión que están haciendo los alcaldes y alcaldesas del cambio, que se espantan ante la detención de titiriteros o el procesamiento de una concejala por su pasado activista.
Un montón de gente a la que se le escapa la risa cuando ven convertido en noticia de alcance el que el ayuntamiento de Zaragoza gastase 16 euros en gomina frente a las pantagruélicas cuentas de restaurante que dirigentes empresariales y políticos del anciano bipartidismo dejó en los cajones de la instituciones.
Millones de ciudadanos a los que indigna que su voto sea denostado a diario.
No está mal que se fiscalice informativamente a Podemos.
Lo de que haya jueces "implicados con la acción de gobierno" fue una idiotez en toda regla (ya corregida).
Que todo lo público sea objeto de escrutinio por parte de la prensa.
Lo que pasa es que mientras la chorrada de la gomina se coloca como noticia destacada en los informativos televisivos no veo que otros asuntos tengan tanta repercusión mediática. Un par de ejemplos.
Ejemplo primero. El diputado regional en la Asamblea de Madrid que espetó a Hugo Martínez Abarca, representante de Podemos, la instructiva frase: "Dínoslo en la calle si tienes cojones".
Ejemplo segundo. La violenta reacción de Pércival Manglano (PP) ante Nacho Murgui (Podemos) tirándole unos papeles a la cara en modo macarra de tugurio.
Y ya no hablemos del regocijo que ha producido ver a un concejal de Podemos acosado por funcionarios públicos (policias para más inri) que le gritaban "perroflauta" y "rojo de mierda".
Jorge Fernández Díaz, ministro del Interior, dijo al respecto (traduciendo sus sinuosas palabras a un lenguaje castizo): "Que se joda".
Luego diremos que Podemos está crispando la sociedad española.
En fin.
Por debajo de toda esa espuma informativa, de las voces y el ruido, hay una España que sigue apostando por cambiar este país y hacerlo más justo y limpio. Un poco de respeto hacia toda esa gente no estaría de más.
En cuanto a las corbatas de Pablo Iglesias, insisto en mi discrepancia.
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