Hoy un idiota ha dicho en la tele que prefiere un corrupto a un comunista y se ha ido satisfecho a casa. Es un chaval casi joven que trata de emular a Francisco Umbral pero le sale una prosa falangista más del estilo de Jaime Campmany. A veces también le lustra los zapatos a Pérez Reverte.
El caso es que lo ha afirmado para justificar el ejercicio de matonismo que el PP ha hecho en la Asamblea de Madrid.
Fascismo del bueno, que opinaría Ignatius Farray.
La moción de censura en Madrid ha dejado varias cosas claras:
1. Que la gente que gobierna la región madrileña resulta moralmente deleznable.
2. Que Podemos ha hecho lo correcto.
3. Que el PSOE sigue exactamente igual.
Ángel Gabilondo (una buena persona) ha asistido escandalizado al escarnio que ha pretendido ejecutar el PP con Lorena Ruiz-Huerta y luego se ha abstenido a la espera de que en un zigzag del camino se le otorgue una presidencia autonómica sin esforzarse demasiado. En caso contrario, según pasen las próximas elecciones, se irá.
Cristina Cifuentes (oh, qué lástima) se ha despojado de su máscara progresista y le ha salido la ultra que lleva dentro, la misma que reprimía a porrazo limpio toda protesta cuando dirigía la Delegación del Gobierno.
Por cierto, tampoco es verdad que este PP de Cifuentes haga las cosas de modo tan distinto: en Telemadrid han estado emitiendo pelis del Oeste mientras se desarrollaba la moción de censura.
Fascismo del bueno, señora Cifuentes.
Y, sin embargo, en medio de tantísima descalificación proferida desde las filas del PP ("narcotraficantes", "pederastas", "niñas de puesta de largo"...), se ha exhibido la belleza oculta de una moción de censura.
Habla Lorena Ruiz-Huerta frente a la bancada vacía del PP en la Asamblea de Madrid. La dignidad democrática se expresa en esta joven que aprieta los dientes y pelea y no se deja amedrentar y representa a los miles de madrileñas y madrileños que no quieren esperar más, que no pueden seguir soportando la vileza de que se les gobierne con trampas.
Habrá, claro, quien escriba "fracaso" y está el eslogan (fascismo del bueno) que dice PodemosNoPuede.
Pero quien sepa mirar de verdad sabrá contemplar, en la figura acosada de Lorena Ruiz-Huerta, toda la hermosura de los gestos necesarios, de la heroicidad cotidiana que consiste, simplemente, en luchar por lo que consideramos justo. Sin cálculo alguno. A pecho descubierto.
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