lunes, 6 de febrero de 2012

OPOSICIÓN INÚTIL

"Acordar, discrepar y confrontar". Leo en el diario El País que Rubalcaba coloca en el frontispicio de su proyecto de oposición esos tres verbos. Lo confirma, páginas adelante, la número dos del resurrecto líder, Elena Valenciano: "Vamos a ser una oposición útil (...); una oposición que sepa pactar cuando sea bueno para el país; disentir cuando pensemos que el Gobierno se equivoca y confrontar cuando creamos que se presentan políticas inaceptables (...)". Mientras en Europa la socialdemocracia se corrige, debate cómo reinventarse e, incluso (véase el caso del reciente discurso de François Hollande), plantea apostar por un rupturismo controlado que nos saque del callejón sin salida al que nos han conducido las políticas neoliberales, el PSOE tiende la mano a una derecha cuya agenda declarada se resume en cumplir punto por punto lo que Frau Merkel ordene. Dadas las circunstancias, ¿qué creen Rubalcaba o Elena Valenciano que podrán pactar con el Partido Popular? ¿Una reforma laboral que abarate el despido, nuevos recortes sociales, cómo eliminar subsidios a los desempleados? Porque de eso va la política económica del PP. O quizás se refieren Valenciano y Rubalcaba al enorme ánimo dialogante que el Gobierno ha expresado a la hora de anunciar que, de saque y sin encomendarse a Dios ni al diablo, va a limitar el derecho al aborto, disminuir la protección de las costas españolas, modificar patrióticamente la asignatura de Educación para la Ciudadanía y dar el gobierno de los jueces a la ultraderecha judicial. Por no hablar de que, con la mayoría absoluta de la que dispone Rajoy y con Convergencia i Unió convertida en adorno disponible a un precio razonable, no entiendo para qué querría el PP fotografiarse firmando acuerdos con un señor con barba al que han demonizado hasta el extremo.
Pero más allá de todos esos análisis estratégicos o de alta política hay algo más: ¿de verdad creen Rubalcaba y Valenciano que eso es lo que quiere escuchar la ciudadanía?
Es el síndrome de Estocolmo de quien ha pasado la mayor parte de su carrera política en despachos ministeriales. Es la receta propia de una burocracia ensimismada en cálculos cortoplacistas. Es la enésima demostración de que quienes forman parte de los partidos políticos parecen ajenos a lo que sucede en la calle.
Hoy por hoy en cualquier conversación de barra de bar se percibe un inequívoco hedor a miedo. Terror a perder el trabajo o, si uno está ya en el paro, terror a no encontrar salida alguna. Terror, entre los asalariados, a que fallen los servicios públicos, a que los sueldos bajen y sea imposible pagar guarderías e hipotecas y material escolar. Terror entre quienes, desde sus comercios, contemplan cómo se instala un paisaje devastado de compradores que no compran. ¿Exagerado? Seguramente lo sea para quienes pisan moqueta desde hace años y conciben la política como un juego de equilibrios cuyo fin último es no perder la poltrona. Demagogia, clamará el moderado. Pero como escuché en cierta ocasión a un viejo militante comunista de los tiempos de la Santa Transición: "La realidad, camarada, a veces es demagógica".
 Oposición útil. La única oposición útil sería poner voz a las inquietudes reales de la ciudadanía. La única oposición útil sería el compromiso de defender, contra viento y marea, un Estado del Bienestar que garantiza una igualdad cada vez más en peligro. Lo demás son brindis al sol. Y el viejo, viejísimo discurso acomodaticio que, para estos tiempos convulsos, ya no vale, no interesa y no da un solo voto.
Claro que ya escucho la respuesa airada de algunos:
- ¿Y a ti qué? ¿Te gustaba más la otra?
Es el argumento casi único de quienes defienden a Rubalcaba. La otra es peor. Si eso es debate ideológico que venga Dios y lo vea.

5 comentarios:

  1. Ay, Psoe!, esa izquierda adulterada, fingida. Debiérais abrazar la valentía, el nuevo paisaje, la imaginación política...

    Agradecido, Daniel.

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  2. Cuanto les jodio, vernos en los mismos hoteles, ver que llegabamos a la Universidad, al pricipio fue gracioso que fueramos a esquiar, pero en un momento determinado se cansaron de tener que esperar. Ya no podían hacer los despotas en los restaurantes porque había más gente. Y pensaron hasta aquí hemos llegado. Ya nadie se consideraba obrero y el Psoe hacía tiempo que había viajado al centro. Como no somos obreros no entendemos la izquierda como una salida y asi poco a poco vamos perdiendo todo.

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    1. Ahora dice que va a revisar el Concordato con la Santa Sede.Si es que a la fuerza lo tienes que querer.No me digais que no despierta ternura.

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