viernes, 10 de febrero de 2012

A PROPÓSITO DE GARZÓN

Vaya por delante que cuando, en su momento, se desveló que el juez Garzón había grabado conversaciones entre los imputados de la Gurtel y sus abogados, yo fui uno de esos imbéciles garantistas que se sorprendió ante tal práctica y critiqué una actuación así. Si un abogado no puede hablar libremente con su cliente, ¿cómo puede ejercerse el derecho de defensa de modo pleno? Argumento este último que, sostenido en conversaciones diversas, provocaba la extrañeza general, pues este es un país donde el garantismo tiene poco predicamento y a todos nos parece estupendo, por ejemplo, que se invente una doctrina específica (la denominada Parot) para que los etarras permanezcan más años en prisión. Doctrina, por cierto, elaborada desde el mismo tribunal que ayer, poniéndose estupendo, condenó a Garzón a 11 años de inhabilitación. El mismo tribunal, por cierto, que hace poco rehabilitó a un juez (de apellido Urquía) condenado por cobrar sobornos. La pena es que no pudo reincorporarlo a su puesto porque (ooops) existe otro juicio pendiente a causa de otra "mordidita" cobrada en Marbella.
En España la ley es un chicle que los jueces manejan a su antojo. La doctrina Botín vale para Botín pero no para Atutxa. Un muerto de hambre sin delitos de sangre indultado hace meses sigue prisión porque se está mirando con lupa cada trámite. Un jurado popular emite un veredicto con justificaciones disparatadas (aunque los propios acusados admiten haber recibido dádivas en sus declaraciones, el jurado dice que no escuchó tal cosa y no lo considera demostrado) y la sentencia no se recurre y aquí Camps y después gloria. El Consejo General del Poder Judicial sale en defensa de una juez conspiranoica que remueve el 11M y que, según informaciones periodísticas, acude ebria al trabajo y (hecho probado) colocó a un amiguete como administrador (con sueldo sustancioso) en un caso que ella llevaba. Por el contrario, como si fuese una advertencia difusa, a quien va a juzgar al duque de Palma se le abre investigación por unas filtraciones a la prensa que, en casos así, son habituales. Dicho juez ha debido tomar nota porque ya ha anunciado una decisión que apesta a falta de transparencia y no da mucha confianza en que Urdangarían vaya a ser tratado como cualquier otro ciudadano: la declaración del duque no será grabada en vídeo, mientras que las del resto de los imputados sí. No le veremos sentado en el banquillo. La sangre azul (siquiera sobrevenida) le exime de ello.
La justicia en este país ha perdido toda credibilidad. El Tribunal Supremo ha emprendido una enloquecida ofensiva para apartar a Garzón de la carrera judicial. Ya lo ha conseguido. Pero por muchos argumentos jurídicos y prosa técnica de precisión que haya aportado en la sentencia nadie, absolutamente nadie, puede creer que esto se trate de un mero proceso judicial. Hay política, hay rivalidades de sala de togas, hay un olor a putrefacción que ofende. Y que política cainita hay, y en abundancia, lo prueba el que hoy en los kioskos la prensa reaccionaria lance vítores en portada y muestre con regocijo a su presa abatida.
Sinceramente, a mí Garzón como superjuez me atrae lo justo. Tiende al exceso, a cierta megalomanía. Pero fue el tipo que puso de rodillas a Pinochet ante la justicia y quien ha tenido la mínima decencia de abrir una causa por los crímenes del franquismo para que, quien lo desee, pueda desenterrar a su familiar de una cuneta.
La cuestión no es Garzón. La cuestión es que nuestra justicia se halla secuestrada por la derecha más extrema de este país y que, en demasiadas ocasiones, da la impresión de actuar con una arbitrariedad irresponsable. La cuestión es que no se pueden convertir los tribunales en un campo de batalla político. La cuestión es que la justicia tiene que hacerse comprender. La cuestión es que si se instala en la ciudadanía la sensación de que los jueces son tan corruptos como aquellos a quienes juzgan, la democracia irá quebrándose. La cuestión es que el paisaje devastado de nuestra justicia no se parece al de ningún país civilizado.
La escasa querencia de Garzón por el garantismo resultaba de lo más graciosa cuando perseguía a etarras o a ex ministros socialistas. Nuestros tabloides de andar por casa le aplaudían y sus compañeros le imitaban con insana envidia. Pero acabó por cansar.
Y ahora, con una sentencia impecable, jurídicamente armada con acero blindado, se ha certificado la defunción de Baltasar Garzón como juez.
Pero la cuestión no es Garzón.

5 comentarios:

  1. Estoy totalmente de acuerdo contigo Daniel, la cuestión no es Garzon, es que en este pais la justicia no existe igual para todos, ¿ como no vamos a estar indignados y lo digo con intención?. Lo de este pais es increible.

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    1. Mi más sincera enhorabuena por tu columna, de redacción impecable y, de argumentación irrebatible. Envidio de verdad como escribes e intentaré, desde la medida de lo posible en mi perfil en Facebook, darle a tus palabras toda la ampliación que pueda. Un placer leerte. Saludos.

      Álex Lachhein
      En Madrid, a 11 de Febrero del 2.012.

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  2. La cuestión es la misma de siempre, por desgracia. La cuestión es que el poder (sea económico, político o judicial) está siempre en manos de los que más tienen, vamos, los ricos de toda la vida, que no van a permitir que ningún juez de sangre no aristocrática venga a decirles que la justicia también la administran los de abajo.
    Gracias por el post.

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    1. Desde que le arrancaron la venda que cubría sus ojos, anda desorientada por los callejones de tu ciudad y la mía. Me cuentan que la vieron entre restos de basura y caminitos de orina. La Diosa Justicia se halla perdida, fracasada, incomprendida.

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  3. Es verdad la cuestión no es Garzon. La cuestión es que hay cosas que no se tocan y punto. No hay mas. Con según que cosas ni se jugó ni se juega ( y me temo que ni se jugará) los juzgados son un cachondeo y la justicia hace muchisimo tiempo que dejo su venda en algún palacete de Palma o de Valencia.
    en fin... no sé muy bien que nos depara, pero es dificil continuar y creer.

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