De ella dicen (bajando la
voz) en ciertos ámbitos de la militancia socialista andaluza que “es más mala que la quina”. Maniobrera y
curtida en todo tipo de componendas desde sus tiempos de dirigente de las
juventudes del PSOE en el sur, Susana Díaz sabe cómo manejar el partido con
mano de hierro y aplica la consigna de Alfonso Guerra (“quien se mueve no sale en la foto”) exhibiendo una sonrisa que da
miedo a los niños.
Pero esto no se lo contarán a
usted los periodistas de la prensa convencional porque para eso la Junta se
gasta sus buenos dineros en campañas institucionales y otras mamandurrias (que
diría Esperanza Aguirre).
Cuando a Susana Díaz se le
cruzó por delante un díscolo Eduardo Madina en la pugna por el liderazgo del
socialismo en España le laminó mediante el sencillo método de ordenar a todas
las agrupaciones que controla (o sea, todas) que votaran en masa a Pedro
Sánchez, que pasaba por allí.
Pero resulta que Snchz le ha
salido protestón y quiere optar a la presidencia del gobierno y, entre unas
cosas y otras, Susana ha tenido que lanzarse a una carrera contra reloj que
incluye elecciones anticipadas en su autonomía y luego que sea lo que Dios
quiera.
Y ya no parece evidente que
el PSOE vaya obtener tan buen resultado como para que pueda Susana dar el salto
a Madrid. Aunque veremos. Andalucía es
mucha Andalucía y si no, que se lo digan a Javier Arenas, que ha comido barro
elección tras elección resignándose a ver los toros desde la barrera de la oposición.
Susana Díaz es el máximo
exponente de ese estilo de política marrullera en el que nada es verdad y todo
es pura trampa.
Veamos un ejemplo.
Caso Iñigo Errejón. Una beca
en la universidad de Málaga que, de la noche a la mañana, se convierte en
noticia. Curiosamente justo después de que Susana Díaz venga a Madrid a darse un
paseíto visitando los principales medios amigos.
En un primer momento, la
rectora de la universidad de Málaga asegura que no ve ninguna irregularidad.
Apenas unos días, tras calentarse el asunto con persistentes declaraciones de
la presidenta andaluza (“ya le tenía yo
ganas a éste” dicen que dijo a los periodistas refiriéndose a Errejón), la rectora de Málaga abre una investigación.
Casualidades de la vida.
Ah, pero he aquí sólo meras
conjeturas, protestará alguno. ¿De verdad que puede pensar alguien que la propia Susana Díaz llamó
por teléfono a la pobre rectora malagueña para llamarle a capítulo o que fue contando en persona a los jefes de redacción que al niñato ese de Podemos había que darle una lección? Pues sí.
Todos los que la conocen de cerca.
En una comida con periodistas
relataba el moribundo líder de PSC, Miquel Iceta, lo pesada que era Díaz y cómo
le insistió hasta dejarle exhausto para que el socialismo catalán se colocase
en el frente antimadinista que, en las sombras, forjó Susana al verse
despechada por el bueno de Eduardo.
Eso sí, a ella la quiere todo
el mundo en su barrio. Es el argumento que repite Susana Díaz, a la cual (según
venden de modo patético sus propagandistas) las gentes humildes envían al
Palacio de San Telmo osos de peluche para el bebé que verá la luz dentro de unos
meses.
Aún si así fuera, no parece
como para alardear: huele a peronismo barato. Como atufa a Evita y Perón (y lo que vino después) el reparto
de millones de euros en generosos ERE’s, cursos de formación y demás.
Ah pero.
Afirmar algo así se considera un ataque a la dignidad de Andalucía.
Esa es otra.
Susana, como Jordi Pujol, piensa que criticar a su gobierno equivale a criticar a toda una
nación (la andaluza, en este caso, si la hubiere).
Podemos ha osado cuestionar
cómo se gestiona el PER y Susana ha salido a enseñar todos sus dientes diciendo
que el PER devolvió la dignidad a Andalucía y que ni tocarlo.
Hombre, de todo se podrá
hablar.
Pero no.
Ojito con la dignidad.
Si alguien menciona que
Andalucía sufre un problema crónico de paro y modelo productivo y habrá que
resolverlo, Susana se envuelve en la bandera verde y blanca y saca de la
chistera el argumento de la afrenta venida de fuera o el truco del enemigo exterior.
“Vienen aquí a insultarnos” repite siempre que puede Susana.
Andalucía es socialista
porque la derecha andaluza representa lo peor del derechismo patrio y el
señoritismo sevillanojerezano y el latifundio esclavista sigue incrustado en el imaginario
colectivo.
“Recuerda, Clarice, que sólo una generación te separa
del hambre” sentenciaba Hannibal
Lecter a la agente del FBI por quien el pobre psychokiller bebía los vientos.
Los andaluces tienen ese recuerdo fresco y también el de los caballistas que
rejoneaban rojos en la guerra civil tal y como relata Manuel Chaves Nogales. Así que votar al
PP se les hace un poco cuesta arriba.
Mas hay que aggiornarse,
hombres y mujeres de Andalucía. Y Teresa Rodríguez sonríe con mucha mayor
autenticidad que Susana, perdonen la impertinencia.
Podemos viene a ponerlo todo
patas arriba y a ver si les dejan.
A Teresa Rodríguez se le nota
mucho que se ha bañado bastante en los Caños de la Meca y cualquier persona de
menos de ochenta años tiene que simpatizar con ella.
Su discurso puede que sea
menos compacto que el de la trilera Susana pero huele a verdadero. Quiere
cambiar las cosas. Y es mujer, menos mal. Porque otra de las triquiñuelas de
Susana es disfrazar de machismo cualquier crítica hacia su persona. Yo, según esa
mujer, estoy ejerciendo un machismo cruento por retratarla tan descarnadamente.
Me da la impresión de que
Susana Díaz ha cometido un error de cálculo. La jugada no le saldrá tan
extraordinariamente bien como para erigirse en salvadora del PSOE. Salvará los
muebles seguramente. Pero eso, creo, no va a ser suficiente para moverle la
silla a un Snchz que se ha hecho un hombrecito mandando a la puta calle a Tomás
Gómez. De Ángel Gabilondo hablamos otro día, que a mí no me parece para tanto
aunque sea un hombre bueno, de eso no hay duda, y cite a Kant para entusiasmo
de los chicos y chicas de la prensa, tan aburridos de bramidos absurdos en los
mítines.
Ya veremos, reitero.
Susana es la viejísima política, la partitocracia a dentelladas. Vencerá pero no convencerá a quienes se bañan en las playas de los Caños de la Meca y se fuman un porrito al ponerse el sol. Y a esos también hay que convencerles.
Diré más. Pase lo que pase no ganará.
La sonrisa de Teresa Rodríguez saldrá triunfante.
Y luego encenderemos una hoguerita en la playa, qué caramba. El porrito también, gracias.
Susana Díaz, tan taurina ella...
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