martes, 7 de marzo de 2017

EL VIOLENTO OFICIO DE LA CRÓNICA POLÍTICA

Estuve trabajando en una redacción donde un jefe arrojó un objeto contundente (una grapadora, creo) a un redactor para hacerle entender su radical discrepancia con respecto al trabajo que había realizado. La APM, en aquel entonces, no se inmiscuía en estas cosas y se limitaba a facilitar la procreación de los periodistas mediante un seguro médico que daba derecho a parir en la Jiménez Díaz.
Es duro este oficio, camaradas, pero (como decían los veteranos entre vahos de ginebra a la salida de esas ruedas de prensa que antaño -no sé por qué- acababan de madrugada) "peor sería trabajar".
Todo este preámbulo trata de quitar hierro al asunto del presunto acoso y la mala vida que dan en Podemos a los currelas de la prensa a quienes toca relatar el día a día de la formación morada.
Partimos de un comunicado que incumple toda regla periodística  (a quién se acosa, quién lo hace, dónde y cuándo han sucedido esas coacciones, de qué manera) y se convierte en una colección de vaguedades que atufa en su estilo a los mejores editoriales de OK Diario.
No obstante, el problema está ahí. Si hay cinco o diez o quince (tampoco se especifica el número de periodistas que han solicitado amparo a Victoria Prego) que se sienten perseguidos por Podemos en su trabajo diario, habrá que hacérselo mirar.
Que tenga Podemos un porcentaje de gilipollas prepotentes que insultan al periodista raso por teléfono entra dentro de lo posible. No ha existido ninguna comunidad humana en la historia carente de idiotas en sus filas.
Ahora bien, que Podemos sea la principal amenaza para la libertad de expresión en un país donde un tuit de mal gusto se castiga con pena de cárcel resulta bastante absurdo.
Y si de lo que estamos hablando es de que en Twitter hay mucho energúmeno, apaga y vámonos. Tampoco nos fuerza nadie a mirar qué dicen de nosotros en las redes sociales porque a mí una vez me llamaron maricón y lloré bastante pero aquí estoy, entero aún.
Existe otro argumento más deprimente si cabe: "es que Podemos se mete con unos pobres desgraciados que ni eligen el titular ni escriben sus artículos porque lo hace su jefe". Hombre, en ese caso (y admitiendo que el periodista ha de encajar con la línea editorial de su medio y si no, toca largarse o tragar quina) ¿qué mierda de profesión estamos aceptando?
Nos hallamos ante una polémica muy fea y, además, agotadora. La posverdad son las mentiras de Trump o los antivacunas pero también el que la CNN difundiera un informe ridículo en el que se contaba cómo el ahora presidente estadounidense pagó a dos prostitutas para que mearan en un hotel ruso la cama donde había dormido Michelle Obama. Por no hablar de las teorías conspiranoicas del 11M, la cuenta en Suiza de Xavier Trías o el informe PISA (Pablo Iglesias Sociedad Anónima).
Malos tiempos para la lírica pero, tal vez, no peores que otros. 
El violento oficio de escribir tituló Rodolfo Walsh, desaparecido por la dictadura argentina. Eso sí que era jugársela. Seamos mesurados y, sobre todo, señalemos con nombres y apellidos a quienes han acosado si es que lo han hecho. Pero así, a barullo, no vale, señoras y señores de la APM.

1 comentario:

  1. Para ser una asociación de periodistas la han cagado bastante bien con las reglas básicas con las que dar a conocer una noticia.
    ¿En casa de herrero cuchillo de palo?

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